lunes, 18 de julio de 2011

JORN en Teatro ND Ateneo, 13/7/2011


El estereotipo del fan del metal está muy arraigado en el imaginario público y la estampa que primero se viene a las cerradas cabecitas de la gente es la de un tipo de pelo largo, vestido de negro con un cartón de tinto en la mano. Puede que esa imágen sea real o puede que no. Se dice también que la gente del norte es fría y poco demostrativa; afirmación sin sustento, señores. Lo cierto es que el espectro de la música pesada abarca mucho más que una imágen mental o de un lugar común; y lo pudimos comprobar una vez más el miércoles 13 con la visita del noruego Jorn Lande a nuestro país en el marco de una minigira sudamericana, cuya última parada  era el ND Ateneo, en Capital Federal.

Llegamos bien temprano para apreciar todos los grupos soportes programados para esa noche: Patán y Renacer.
Hacía mucho que no veía a Patán en vivo y recordé por qué me gustaban tanto: la calidad musical del grupo, la potencia del sonido, las canciones fuertes pero gancheras, la imágen a la Halford de su calvo cantante, el pie del mic... todo suma a la hora de apreciar un buen espectáculo de metal. Tocaron canciones de su disco "Acero", (rescato el hit inoxidable "El auténtico Patán") tanto como de su más reciente "Conquista" y le dedicaron "Guerrero de luz" al recientemente fallecido Facundo Cabral que había sido velado justamente en ese mismo lugar la noche anterior. Se fueron luego de un show de 40 minutos, ante un marco de unas 100 personas que lentamente iba copando las butacas del teatro.

Muy puntuales, alrededor de las 20:20, subió Renacer a comerse las tablas. Con un sonido fuerte y una batería que te golpeaba el pecho arrancaron su show, con un Bertoncelli tirando agudos y la banda aceleradísima. el público seguía ingresando a un ritmo pausado pero incesante. Algunas canciones que sonaron fueron "Bienvenidos al show", "Hijo del viento" y cerrarron con "Guerrero Inmortal" con un fervoroso aplauso de la audiencia que comodamente miraba el show desde sus asientos.

Hubo un intermedio de casi una hora hasta que comenzó el acto principal. Apoltronados en nuestro palco de prensa pudimos observar (para hacer tiempo y con ángulo envidiable) al público que se había congregado para ver el espectáculo: las primeras filas completamente agotadas (quizás se deba en parte al gancho comercial de poder saludar a los músicos personalmente) luego, de la mitad para atrás, casi completamente vacío. Distinto era el caso de la platea alta donde no entraba ni un alfiler, sin embargo es un teatro más bien chico y haciendo un cálculo grosero se habrán ocupado un 70% de las 742 butacas con las que dispone el recinto.
El público muy correcto y educado, usando frases como "por favor", "gracias", "no hay de qué", en sintonía con el foro en que nos encontrabamos (recuerdo la última incursión de este cronista en el concierto de Motórhead y no puedo más que sonreir ante el contraste), solo faltaba que sirvieran canapés en la recepción.

Pero toda especulación de cantidades y números se vino abajo pasadas las 21:45 cuando se apagaron las luces, se descorrió el telón, y la inmensa bandera con la tapa de "Spirit Black" se hizo visible. Acto seguido la intro, con los músicos en penumbras, comenzó a sonar y el gran Jorn Lande apareció ante el fervor y la ovación del respetable. "Road of the Cross", un tema a medio tiempo, épico y extenso (muy en la vena Ronnie James Dio), es la que eligió la banda para abrir sus shows en Sudamérica. El sonido, cristalino, dejaba apreciar con nitidez cada instrumento: guitarras bien al frente a cargo de los rubios Tor Eryk Mirhe y Tore Moren (un flaco muy capo), el bajo con Nic Angileri y el motor fuera de borda de Willy Bendiksen, soberbio tras los parches. 
Lo de Jorn es impecable, dueño de una caudalosa voz, aspera y desgarrada por momentos pero suave y melodiosa, no en vano es uno de los cantantes más reputados de todo el mundillo metálico. Con su proyecto solista, con el que ya editó varios discos, se dedica de lleno al hard rock con tintes progresivos, pero sin caer en la complicación instrumental en si misma. Su último disco "Dio" es algo más que un disco de covers, es un vivo homenaje al cantante de cuyas influencias abreva permanentemente.
Pegado a "The Road of the Cross" le siguió "Shadow People" y luego "Below", una de las grandes canciones de su trabajo de 2009 "Spirit Black". Jorn ya había visitado territorio argentino el año pasado con Avantasia, pero era la primera vez que lo hacía presentando material propio y es de admirar el puñado de incondicionales seguidores que supo ganarse, ya que había gente en la primer fila que cantaba todas las letras de todas sus canciones, a lo que el blondo vocalista dedicaba saludos, gestos y poses varias para que los fans se dieran el gusto de sacar todas las fotos que quieran.
En "Promises" (un hitazo) tuvieron un percance con el equipo de guitarra de Tore Moren por lo que tuvo que abandonar el escenario a la mitad del tema, cuando terminaron la canción, debieron parar un par de minutos el show para que los técnicos cambien un transformador. Luego de tres minutos toda la banda estaba de nuevo en escena tocando "Promises" completa otra vez con dos guitarras como Dios manda; el público, agradecido.

Fueron constantes las muestras de afecto hacia el noruego, que se mostró muy agradecidoy aclaró que algo parecido en Europa no pasa jamás. Se fueron sucediendo las canciones en las que se destacaron "Stormcrow", "The Inner Road" y "Man of the Dark" para dar paso a un solo de batería que no fue un lujo pero cumplió. La banda estaba encendida al 100%; era la última fecha en Sudamérica y se notaba que estaban distendidos, a lo que Jorn declaró que era una noche especial para salir de joda y ahí anunció un tema de Phil Lynott de Thin Lizzy, "Are You Ready?". Breve descanso y para los bises, "A Song for Ronnie James" de su última placa, extensa y pesada canción que pegaron a "Rainbow in the Dark" del glorioso enano, para cerrar definitivamente con "War of the World".

Fin de una velada paqueta, de altísimo nivel interpretativo y de gran calidad musical. Un concierto de fina estampa para almas nobles que saben apreciarlo, con buen gusto, sin estridencias pero si con mucho fervor. "Demasiado correcto" dirán algunos, "excesivamente prolijo" afirmarán otros, "elitista" exclamará un tercero. Opiniones hay miles. 
Pero lo verdaderamente importante en estos casos es que se subvierten las imágenes mentales que vaga o nítidamente todos tenemos: un frío artista escandinavo en llamas y unos trogloditas rockeros comportandose como lords ingleses tomando el té. Sea como fuere, exageremos o no, podemos afirmar que fue una noche de puro hard rock.
Muchas gracias a Marcela Scorca, encargada de prensa de la productora Icarus, por su permanente gentileza.
Comentario y fotos: Alien, para OXIDO.-

2 comentarios:

  1. Tor Erik no vino..... el segundo violero era Trond Holter......el mejor dia de mi vida! esa es mi bandera!!! la tengo firmada por todos!!! YEah!!

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